Nadie sabrá que tú y yo concluimos
este pacto inocente
con sangre y lodo y la arañada cal de las paredes,
ante un testigo no identificado,
para traicionarlo todo,
para vender uno a uno los principios más sacros,
para pasar a gatas la frontera
que indignos nos haría de todas las miradas.
Y tú, piedra de escándalo,
y tú, desnudo,
y tú, bajo los árboles.
Y la longeva lógica acabada,
roto el considerando,
sin significación el signo,
la mente sana in corpore insepulto
y el ministro litúrgico
sin atreverse a deponer las armas
en las gradas aéreas
del dios que alegra nuestra juventud.
'El arte de la fuga según Mr. Nooteboom'
Hace 4 años
¿son buenos los pactos?
ResponderEliminary beso
Depende...
ResponderEliminarPacto con el lenguaje, en primer lugar, para pactar con el mundo porvenir, un mundo que ponga en cuestión los pactos perversos, los pactos lóbregos, con aquello que nos daña. Pacto con la desnudez, también, sin ministros litúrgicos.
ResponderEliminarGracias por traer a Valente, José.
Va un abrazo desde Valencia,
Arturo
Arturo: esos son los pactos que me gustan. Y mira que Valente fue poco dado a los pactos.
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