Si es que siempre pasa igual: en navidades estamos como exiliados: primero en una casa, luego en otra, prepara las maletas, coge el tren… A ellos, a los niños, parece que les gusta. Claro, ven a sus primos, se acuestan muy tarde y no paran de recibir regalos y cuchufletas. Lo que piensan los niños al respecto no es un misterio, por fortuna. En el cole, año tras año (qué `poca imaginación, señor) les ponen una redacción para que hagan en vacaciones, contando cómo han sido y qué han hecho en las entrañables fiestas. Esta fue la redacción correspondiente a las navidades de 1988, que mi hijo Luis, por entonces un chaval, las vio así:
“En la noche del veinticuatro al veinticinco de diciembre tuvo lugar el mayor acontecimiento de la historia. Por eso es la Nochebuena. Unos días antes de la Nochebuena, mi familia y yo vamos a Santander, a casa de los primos, viene Papa Noel y nos trae muchos y muy bonitos regalos.
El treinta y uno de diciembre es Nochevieja, empieza otro año. Después de tomar las uvas nos felicitamos todos el año y en casa de la abuela de Madrid empieza el barullo y abrimos los regalos de San Silvestre. Cuando vienen los vecinos, mis primos, mi hermana y yo hacemos una función. Sobre las dos de la madrugada o así volvemos a casa y entre que nos lavamos los dientes, nos ponemos el pijama y eso nos acostamos a las tantas. Al día siguiente nos levantamos muy tarde y vemos por la tele el concierto que se hace en honor del año nuevo, desayunando unas ostras muy ricas.
Luego vienen los reyes. Mi hermana y yo dejamos turrón, champán y agua para los caballos, y nos vamos a dormir. Cuando nos despertamos, siempre tenemos la marca del rey Baltasar que nos ha dado un beso. Yo estoy muy nervioso con los regalos. Vamos a despertar a papá y a mamá para verlos todos juntos” (Papá Noel, San Silvestre, Reyes Magos… ¿Por qué hay pobres? La apostilla es mía).
Sin embargo, si yo hubiera sido Luis hubiera visto la romería de otra manera. De hecho, la vi así, como lo cuento en esta redacción que yo también escribí por aquel año, porque a veces soy como un niño grande:
“El niño Jesús, los reyes magos, el nacimiento. Este año era un año realmente nuevo. Yo sabía ya que mis papás eren los reyes. Pedí por eso pocos juguetes, pero yo creo que me han traído más que nunca. Demasiados. Los voy a decir todos o casi todos, porque ya digo que son muchos, muchos:
“La guerra aérea”: los pilotos de un sitio que se llama Libia atacan objetivos USA y se caen en paracaídas a la bañera (creo que era el mar Mediterráneo):
“Naufragio en Río”: se trata de dar saltos en una especie de barco y hacer que se hunda. El record de este año está en 144 ahogados. Una barbaridad, no sé si podré superarlo.
“Canción de navidad”: es un video muy bonito en el que sale Gurruchaga tirándose pedos y luego unos señores con pajarita tocando el violín y otros vestidos muy raro dando saltos. Papá dice que es el juguete que más me gusta. A mí también, sobre todo por los pedos.
“Cortocircuito”: hay un tablero con unas cuantas chabolas y se van quemando. Tiene unos efectos especiales muy chulos y sale mucho humo y se oye como si lloraran niños.
Yo no quería tantos juguetes. Yo no quería ninguno de esos juguetes. Sería mejor que papá no comprase tantos periódicos y tirase por el balcón el aparato de video., la televisión y el radiocasete. Las vacaciones de navidad deberían ser un cielo azul y limpio, unos villancicos y algún turrón. Y han resultado pues eso, un horror de noticias, montones de regalos que no sé muy bien para qué los quiero y un ajetreo de acá para allá, papás, tíos, abuelos, coches, humos tiendas paquetes prisas nervios, malhumores al fin. En Belén nació un niño. En Madrid los niños se mueren poco a poco. ¡Vacaciones!”
Pero la más descriptiva de todas es la versión telegráfica:
“Viaje en tren accidentado .Stop. Casi me aplastan en Villalba. Stop. Llegamos tarde cena misa del gallo juguetes. Stop. Juego con primos. Stop. Chocolate visita belenes muy rico estupendos regalos. Stop. Nochevieja abuelo se durmió. Stop. Regalos chachi. Stop. Año nuevo ostras y champán. Stop. Papá vomitó. Ana vomitó. Stop. Tuve colitis. Stop. Noche de Reyes estuve nervioso. Stop. Tenía ganas ver regalos. Stop. Reyes mejores juguetes. Stop. Deberes cole largos. Stop. Vacaciones cortas. Abrazos. Luis.”
Amigos míos, queridos lectores: o llevamos la fiesta dentro o no hay nada que hacer. No vale repetirse a fecha fija, que es lo que hacen, lo que hemos hecho y, probablemente, lo que haremos según vayamos creciendo (ellos) o haciéndonos viejo (nosotros).
“En la noche del veinticuatro al veinticinco de diciembre tuvo lugar el mayor acontecimiento de la historia. Por eso es la Nochebuena. Unos días antes de la Nochebuena, mi familia y yo vamos a Santander, a casa de los primos, viene Papa Noel y nos trae muchos y muy bonitos regalos.
El treinta y uno de diciembre es Nochevieja, empieza otro año. Después de tomar las uvas nos felicitamos todos el año y en casa de la abuela de Madrid empieza el barullo y abrimos los regalos de San Silvestre. Cuando vienen los vecinos, mis primos, mi hermana y yo hacemos una función. Sobre las dos de la madrugada o así volvemos a casa y entre que nos lavamos los dientes, nos ponemos el pijama y eso nos acostamos a las tantas. Al día siguiente nos levantamos muy tarde y vemos por la tele el concierto que se hace en honor del año nuevo, desayunando unas ostras muy ricas.
Luego vienen los reyes. Mi hermana y yo dejamos turrón, champán y agua para los caballos, y nos vamos a dormir. Cuando nos despertamos, siempre tenemos la marca del rey Baltasar que nos ha dado un beso. Yo estoy muy nervioso con los regalos. Vamos a despertar a papá y a mamá para verlos todos juntos” (Papá Noel, San Silvestre, Reyes Magos… ¿Por qué hay pobres? La apostilla es mía).
Sin embargo, si yo hubiera sido Luis hubiera visto la romería de otra manera. De hecho, la vi así, como lo cuento en esta redacción que yo también escribí por aquel año, porque a veces soy como un niño grande:
“El niño Jesús, los reyes magos, el nacimiento. Este año era un año realmente nuevo. Yo sabía ya que mis papás eren los reyes. Pedí por eso pocos juguetes, pero yo creo que me han traído más que nunca. Demasiados. Los voy a decir todos o casi todos, porque ya digo que son muchos, muchos:
“La guerra aérea”: los pilotos de un sitio que se llama Libia atacan objetivos USA y se caen en paracaídas a la bañera (creo que era el mar Mediterráneo):
“Naufragio en Río”: se trata de dar saltos en una especie de barco y hacer que se hunda. El record de este año está en 144 ahogados. Una barbaridad, no sé si podré superarlo.
“Canción de navidad”: es un video muy bonito en el que sale Gurruchaga tirándose pedos y luego unos señores con pajarita tocando el violín y otros vestidos muy raro dando saltos. Papá dice que es el juguete que más me gusta. A mí también, sobre todo por los pedos.
“Cortocircuito”: hay un tablero con unas cuantas chabolas y se van quemando. Tiene unos efectos especiales muy chulos y sale mucho humo y se oye como si lloraran niños.
Yo no quería tantos juguetes. Yo no quería ninguno de esos juguetes. Sería mejor que papá no comprase tantos periódicos y tirase por el balcón el aparato de video., la televisión y el radiocasete. Las vacaciones de navidad deberían ser un cielo azul y limpio, unos villancicos y algún turrón. Y han resultado pues eso, un horror de noticias, montones de regalos que no sé muy bien para qué los quiero y un ajetreo de acá para allá, papás, tíos, abuelos, coches, humos tiendas paquetes prisas nervios, malhumores al fin. En Belén nació un niño. En Madrid los niños se mueren poco a poco. ¡Vacaciones!”
Pero la más descriptiva de todas es la versión telegráfica:
“Viaje en tren accidentado .Stop. Casi me aplastan en Villalba. Stop. Llegamos tarde cena misa del gallo juguetes. Stop. Juego con primos. Stop. Chocolate visita belenes muy rico estupendos regalos. Stop. Nochevieja abuelo se durmió. Stop. Regalos chachi. Stop. Año nuevo ostras y champán. Stop. Papá vomitó. Ana vomitó. Stop. Tuve colitis. Stop. Noche de Reyes estuve nervioso. Stop. Tenía ganas ver regalos. Stop. Reyes mejores juguetes. Stop. Deberes cole largos. Stop. Vacaciones cortas. Abrazos. Luis.”
Amigos míos, queridos lectores: o llevamos la fiesta dentro o no hay nada que hacer. No vale repetirse a fecha fija, que es lo que hacen, lo que hemos hecho y, probablemente, lo que haremos según vayamos creciendo (ellos) o haciéndonos viejo (nosotros).
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