Eran los gorriones.
Eran las flores del jacarandá
escribiendo amor en la vereda.
Era el sol de setiembre
provocando a la mar.
Y era tu soledad. Y era la mía.
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Llegaste sin aviso.
Te acomodaste en mí.
Borraste los pronombres
de tercera persona de plural.
Y trepaste a la rama de mis sueños
para colgar tu yo.
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Dijiste:
Nuestras manos
nunca van a soltarse.
Yo dije:
Me moriré si dejo de quererte.
Pero, aquí estoy... Ya ves.
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Revolví tu pelo con mis dedos.
Pegué un beso leve en tu mejilla.
Te miré lentito a los ojos...
Y te dije hasta nunca.
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Mis alas se quemaron
bajo la lluvia ácida.
Ya no puedo volar.
Mas, seguiré cantando.
tibios versos de amor los que deja maría socorro
ResponderEliminarQué sorpresa, Jose y qué honor... Muchas gracias por traerme a tu galería.
ResponderEliminarEres un sol, pero de esos de setiembre, dulce y calentito...
Besos, muchos. Soco
Sí, Ana. Tibios, suaves, buenos...
ResponderEliminarBueno, Soco, esta es una galería sin pretensiones, no soy yo quien, pero lo que aquí pongo es lo que leo y me gusta, de cualquier época, de cualquier lugar. Es lo que me queda tras la lectura.
ResponderEliminarBss de vuelta.
cantar y cantar, no hay otro secreto
ResponderEliminarTUS POEMAS ME LLEGARON AL ALMA ME GUSTARIA CONOCERTE
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