nací
en el seno de un establo
donde mi abuelo
era propietario de una vaca de manchas negras
y la leche de ésta
mi alimento
manchada se secó
y fuimos en busca de nuevos horizontes.
habitábamos por entonces
entre chabolas construidas a medias
en el estraperlo de la noche
y otras, las más
en el alambre de un alquiler.
-y como ya apunté en otros poemas-
en el camino
de la infancia hasta mi adolescencia
hubo un océano de zancadillas.
-posiblemente este principio
no venga a cuento-
y debía de haber empezado
por el suelo
en el que mi madre
en cuclillas
me cantaba el
jesusito de mi vida eres niño cómo yo
por eso te quiero tanto y te doy mi corazón
tuyo es
mío no
¡tuyo es, mío no!
me cantaba
para curarme las heridas
y consiguió
levantarme más ampollas.
hay madres y madres, ideas e ideas, rastros y rastros
ResponderEliminarlos nuevos horizontes siemre están ante nosotros, unas veces más lejos, otras más cerca
ResponderEliminarun beso
que buen poema sacado de su peazo libro el forro, gran seleccion maestro zu
ResponderEliminarHay de todo, Santi.
ResponderEliminarLos horizontes siempre están más lejos, Ana.
Me alegro se he acertado, no era sencillo, Ángel.
Ya conocía este poema de Bonilla. Es un poeta muy interesante.
ResponderEliminar