lunes, 5 de enero de 2009

Apuntes para un pequeño desahogo

Hoy voy a reventar en mis adentros.
Hoy voy a pregonar lo que me duele.
Hoy quiero darle cuarto al pregonero.
Hoy no voy a callar aunque me estrelle.

Hoy voy a ser locuaz en mi locura.
Hoy voy a ser tenaz en mi turrada.
Hoy me libero toda la amargura.
Hoy me juego la vida a todo o nada.

No sé si estoy borracho o estoy cuerdo.
no sé ni dónde está la diferencia.
No quiero ser rehén de mis recuerdos.
No quiero ser fantasma de una ausencia.

Puedo empezar por ciertos personajes
con los que tengo trato de a diario,
tan serios y embutidos en sus trajes,
tan panchos en su afán de funcionarios.

Qué coño harán si siempre están reunidos,
por mí pudieran irse ya a la porra
con su café con churros, imbuidos
con el glamour que da el vivir de chorra.

Y luego está el amante de las colas,
ésas que dan dos vueltas de manzana,
el que se pone en fila porque mola
perder el tiempo, estar sin hacer nada.

Te los encuentras en los aeropuertos,
o en cualquier teatrillo entre semana,
te los encuentras en cualquier encuentro.
Suelen tener la cara avinagrada.


Y qué decir de tanto pobre impúdico
que pasa tantas horas de rodillas.
¡No les importa hacer el tonto en público,
con lo bien que se está sentado en silla!

Basta decir que me los pasaría
con gran placer a todos por la piedra,
ya que no tienen nada dejarían
al menos de tocarnos la entrepierna.

No soporto a quien quiere ser padrino
en los bautizos, muerto en los entierros,
novia en las bodas, polvo en el camino,
salsa de perejil, quebranto en duelo

No soporto a las madres milenarias,
estoy harto de ver matusalenes.
No soporto a las monjas mercenarias
ni a los curas que invierten sus papeles.

No sé qué pintan patrias ni banderas
ni mucho menos tantos militares.
No soporto subastas patrioteras
ni sé por qué la patria tiene tantos padres.

Tengo sólo una pizca de anarquista,
soy más paciente de lo que parezco.
No soy el santo Job ni un terrorista,
pero menos me gusta hacer el memo.

Creo que no estoy hoy lo que se dice
nada político, ni un pelín correcto,
así que haré muy bien en reprimirme
no hablando para nada de los negros.

Mejor me centro en temas amorosos,
Mejor me apresto pronto a decir versos.
Mejor me callo, no, mejor me pongo
A poner raca-raca algún soneto.


(Y ahora va el famosísimo soneto
de un tal Miguel Hernández, por ejemplo):

Yo sé que ver y oír a un triste enfada
cuando se viene y va de la alegría
como un mar meridiano a una bahía,
esquiva, cejijunta y desolada.

Lo que he sufrido y nada todo es nada
para lo que me queda todavía
que sufrir, el rigor de esta agonía
de mirarte y ver fuego en tu mirada.

Me callaré, me apartaré si puedo
a donde ni has de oírme ni he de verte.
Me voy, amor, me voy, pero me quedo,

pero me voy, desierto y sin arena:
Me voy, amor, me voy, pero me quedo
adiós, amor, adiós, hasta la muerte
.

Hoy voy a reventar en mis adentros.
Hoy voy a pregonar lo que me duele.
Hoy darle cuartos quiero al pregonero.
Hoy no voy a callar aunque me estrelle.

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