viernes, 31 de julio de 2009

De un viajero. Álvaro Valverde

Quise volver de donde no se vuelve.

Si el viaje duró lo que dura una vida,
fue el destino culpable.
Nada hice que hoy me recuerde el pasado.

Una bruma extravía los mares que cruzara
y en el puerto se cubren las balizas de sal.
De las ciudades guardo la nostalgia del límite
y ningún barco lleva el nombre de mi reino.

Demoré la llegada sin saber que perdía
esa clave dudosa que dibujan los atlas.
Sólo sé que fue inútil.
Viviré de olvidarme.

jueves, 30 de julio de 2009

Un libro, un vaso, nada. José Manuel Caballero Bonald

Todas las noches dejo
mi soledad entre los libros, abro
la puerta a los oráculos,
quemo mi alma con el fuego
del salmista.
Qué contraria
voluntad de peligros me desvela,
quiebra la vigilante
sed de vivir de mi palabra.
Todas las noches junto inútilmente
los residuos del día, recupero
las horas muertas de la indefensión,
consisto en lo que he sido.
(Una mano olvidada entre las sábanas
rompe papeles, incinera
los escombros del sueño).

Oh posesión sin nadie, ¿para qué
tantas páginas vanas, tantos
himnos vacíos? Mira
a tu alrededor, ¿qué queda?
Solos
estamos: toda la ausencia cabe
entre la realidad y el sueño. Aquí
mi obstinación es mi alegría:
un libro, un vaso, nada.

miércoles, 29 de julio de 2009

Poema nº 15. Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

martes, 28 de julio de 2009

Del árbol caído. Rafael Courtoise

Del árbol caído todos hacen leña.

Es fácil sacar un pedazo del árbol caído, es fácil aprovecharse de su horizontalidad, de su estar indefenso, vencido.

Uno le arranca una rama para hacer fuego.

Pero la rama del árbol caído contradice la llama, la apaga.

Uno lo trocea para hacer la casa y la casa se derrumba.

Uno quiere una silla, y estará de pie.
Otro un ataúd, y el muerto resucita, es Lázaro.
Del árbol caído todos buscan hacer leña, pero esa madera no sirve para nada. Las tablas extraídas del árbol caído están llenas de fatiga, de una línea horizontal indestructible, llena de la derrota.

lunes, 27 de julio de 2009

Elegía. Alejandro Duque Amusco

Un hombre no precisa
de razones
para morir.
El sufrimiento basta.
La verdad
es este cráter,
más pavorosamente
abierto cada vez,
hasta que todo el ser
es devorado por la oscuridad.
La piel
graba el tatuaje
del dolor.
Incandescente noche.

domingo, 26 de julio de 2009

Llegó tan hondo el beso. Miguel Hernández

Llegó tan hondo el beso
que traspasó y emocionó los muertos.

El beso trajo un brío
que arrebató la boca de los vivos.

El hondo beso grande
sintió breves los labios al ahondarse.

El beso aquel que quiso
cavar los muertos y sembrar los vivos.

sábado, 25 de julio de 2009

Como un pájaro. José Luis Hidalgo

Como un pájaro herido
venía tu tristeza,
sus pobres alas mustias
sosteniéndote el alma.
Había un aire azul
con un cielo sin fondo
para volar...

¡Y el pájaro
leve de tu tristeza
voló a mi corazón
porque tú me querías!

viernes, 24 de julio de 2009

Objetos perdidos. José Antonio Muñoz Rojas

Dónde puede dejarse el alma, dónde?
Dónde dejarse el alma si no hay dónde.
En un lugar de un momento cualquiera
según vamos caminando; en un verso guardada;
en cualquier tarde de éstas caminando;
en una tal vez mirada que nos mira;
en cualquier labio, en una calle cualquiera
de cualquier parte, sin saberlo.

jueves, 23 de julio de 2009

Los egoístas. Ramón de Campoamor

Vegeta sin sufrir, vive en mal hora,
amigo infiel y cómodo enemigo,
que, egoísta, jamás llevas contigo
la pena del tormento que se adora.

De premio indigna tu virtud traidora,
ni dignas son tus faltas de castigo;
y no hallas en la tierra un solo amigo
a quien decir ¿qué tienes? cuando llora.

Vos, los que ajenos de placer y duelo,
vais dando, sin amar ni ser amados,
abrazos sin calor, besos de hielo,

moriréis sin virtud y sin pecados,
y siendo despreciables para el cielo,
seréis en el infierno despreciados.

miércoles, 22 de julio de 2009

Calle sin nombre, III. Claudio Rodríguez

Ha amanecido. Y cada esquina canta,
tiembla recién llovida. Están muy altos
el cemento y el cielo.
Me está llamando el aire con rutina,
sin uso.
El violeta nuevo de las nubes
vacila, se acobarda. Y muy abiertas
vuelan las golondrinas y la ciudad sin quicios,
el bronce en flor de las campanas. ¿Dónde,
dónde mis pasos?
Tú no andes más. Di adiós.
Tú deja que esta calle
siga hablando por ti, aunque nunca vuelvas.

martes, 21 de julio de 2009

La despedida de la luz. Francisco Brines

Vente, luz, a mis ojos,
descansa tu fatiga
en ellos, tan cansados,
alíviame, y acábate
en el amor del hombre.
Antes que se dilate
la sombra de la noche
en que habrás de morir
y yo morirme,
álzame tu pañuelo
que, tras de las montañas,
es un fuego de rosas,
y dime que la vida
fue un día fiel, y largo,
que supo de mi amor,
y amaré este cansancio.

lunes, 20 de julio de 2009

Cuerpo enamorado. Jorge Eduardo Eielson

Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora.

domingo, 19 de julio de 2009

Final de lluvia. Eugenio Montejo

Ya ennegrecen los árboles
sus ramas y sus flores
al fin del aguacero.

En la terraza del Café
una sombra amontona las sillas
donde rondan amores bisiestos.

Las últimas gotas en las hojas
lavan las plumas del tordo
que ya por hoy no quiere vuelo.

Pasan parejas con paraguas.
Pasan paraguas sin parejas.

sábado, 18 de julio de 2009

Los enemigos. Pablo Neruda

Ellos aquí trajeron los fusiles
repletos de pólvora.
Ellos mandaron
el acervo exterminio.
Ellos aquí encontraron
un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber
y por amor reunido.
Y la delgada niña
cayó con su bandera,
y el joven sonriente
rodó a su lado herido.
Y el estupor del pueblo
vio caer a los muertos
con furia y con dolor.

Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados,
bajaron las banderas
a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo
frente a los asesinos.

Por estos muertos nuestros muertos
pido castigo.
Para los que de sangre
salpicaron la Patria,
pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte
pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,
pido castigo.
Para los que defendieron este crimen,
pido castigo.
No quiero que me den
la mano empapada nuestra
por sangre: Pido castigo.

No los quiero de embajadores,
tampoco en su casa tranquilos.
Los quiero ver aquí juzgados
en esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo.

viernes, 17 de julio de 2009

Últimos coros para la tierra prometida. Giuseppe Ungaretti

Agrupados hoy
los días del pasado
y los que llegarán.

A través de los años y los siglos
cada instante es sorpresa
de saber que estamos aún vivos,
que siempre se sucede como siempre el vivir.
Premio y castigo imprevistos
en el turbión continuo
de los cambios banales.

Igual es nuestra suerte,
el viaje que sigo,
en un abrir y cerrar de ojos,
exhumando, inventando,
de arriba abajo el tiempo,
errante como aquellos
que fueron, que son, que serán.

jueves, 16 de julio de 2009

Maletas de llanto. Nizar Qabbani

Cuando llega el invierno
y el viento mueve las cortinas
siento, amiga mía,
necesidad de llorar
entre tus brazos,
sobre mis cuadernos.

Cuando llega el invierno
y cesa el canto de los ruiseñores
y se quedan
todos los pájaros sin hogar,
comienzo a desangrarme por el corazón
y por las uñas
como si las lluvias del cielo
cayeran, amiga mía, dentro de mí...
Entonces me inunda
un deseo infantil de llorar
sobre la seda de tu pelo,
largo cual espiga,
como un barco agotado,
como un pájaro emigrado
que busca una ventana de claridad
y un techo
en las tinieblas de las trenzas.

Cuando llega el invierno
viene a visitarme la tristeza
desde la gruta de la tarde,
cual niño pálido y misterioso,
con las mejillas y el manto húmedos.
Le abro la puerta a esta visitante amada,
le doy el lecho y la colcha
y le concedo todo cuanto quiere.

¿De dónde viene la tristeza, amiga mía?

¿Cómo viene?

Me trae de la mano
lirios de maravillosa palidez,
me trae...
maletas de lágrimas y sollozos.

على ذراعيك.

miércoles, 15 de julio de 2009

En un café. Carlos Edmundo de Ory

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza

Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate

No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.

martes, 14 de julio de 2009

Destrucción de la mañana. José María Fonollosa

Es absurdo vivir. Y duele mucho.
Mi vida no era al mundo necesaria.
No soy más que un estorbo para algunos
y un estorbo también para mí mismo.

Y así somos los más. Unos objetos
molestos arrojados a la vida
que aparta alguna gente cuando avanza.
Todo ha salido mal. Todo mal sale.

lunes, 13 de julio de 2009

Nada llega tarde. José Ángel Buesa

No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;

sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.

Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.

Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;

pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.

Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.

Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.

Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde,
y arde y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.

No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.

No, no diré esas cosas y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.

Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.

Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

domingo, 12 de julio de 2009

La casa. José Hierro

Esta casa no es la que era.
En esta casa había antes
lagartijas, jarras, erizos,
pintores, nubes, madreselvas,
olas plegadas, amapolas,
humo de hogueras...

Esta casa
no es la que era. Fue una caja
de guitarra. Nunca se habló
de fibromas, de porvenires,
de pasados, de lejanías.
Nunca pulsó nadie el bordón
del grave acento: “nos queremos,
te quiero, me quieres, nos quieren...”

No podíamos ser solemnes,
pues qué hubieran pensado entonces
el gato, con su traje verde,
el galápago, el ratón blanco,
el girasol acromegálico...

Esta casa no es la que era.
Ha empezado a andar, paso a paso.
Va abandonándonos sin prisa.
Si hubiera ardido en pompa, todos,
correríamos a salvarnos.

Pero así, nos da tiempo a todo:
a recoger cosas que ahora
advertimos que no existían;
a decirnos adiós, corteses;
a recorrer, indiferentes,
las paredes que tosen, donde
proyectó su sombra la adelfa,
sombra y ceniza de los días.

Esta casa estuvo primero
varada en una playa. Luego,
puso proa a azules más hondos.
Cantaba la tripulación.
Nada podían contra ella
las horas y los vendavales.
Pero ahora se disuelve, como
un terrón de azúcar en agua.

Qué pensará el gato feudal
al saber que no tiene alma;
y los ajos, qué pensarán
el domingo los ajos, qué
pensarán el barril de orujo,
el tomillo, el cantueso, cuando
se miren al espejo y vean
su cara cubierta de arrugas.

Qué pensarán cuando se sepan
olvidados de quienes fueron
la prueba de su juventud,
el signo de su eternidad,
el pararrayos de la muerte.

Esta casa no es la que era.
Compasivamente, en la noche,
sigue acunándonos.

sábado, 11 de julio de 2009

A Margarita Debayle. Rubén Darío

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita, Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a tí:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: “¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿que tienes en el pecho
que encendido se te ve?”.

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
“Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad”.

Y el rey clama: “¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar”.

Y dice ella: “No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté”.

Y el papá dice enojado:
“Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver”.

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: “En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí”.

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

viernes, 10 de julio de 2009

Borrachera. Leopoldo María Panero

Yo soy el hombre que todos los días
se levanta para rezar al espanto
-levantarse y orinar, Barral lo dijo-
mas para qué llorar ante el cerdo
que me espía como la luna al mal
como el recuerdo al hombre
cuando de la cama me levanto
ante el sucio amanecer
acosado otra vez por el recuerdo.

jueves, 9 de julio de 2009

El poeta dice la verdad. Federico García Lorca

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja:

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

miércoles, 8 de julio de 2009

A veces. Carlos Pujol

A veces es el vago
runrún del tiempo muerto,
de repente una voz desafinada,
y hay una situación
que revive con esa claridad
con que lo fútil sale del olvido.
El cuarto de alquiler, un par de cromos
(llamados las puñetas)
que adornaban las flores respetables
del lúgubre papel de las paredes,
la fría luz de otoño en el estor.
Y un balcón asomado a aquellos ruidos
que ahora vuelven a oírse
como un encantamiento callejero.
La memoria brillando en la sorpresa
de la fidelidad a lo que se pierde.
Hace ya tanto que reconstruir
el rumor de las cosas
es una extravagancia...

Los años no han dejado nada en pie,
salvo la verdad misma
y este reencuentro en medio del pasado.

martes, 7 de julio de 2009

El jardín. Benjamín Prado

Dentro del árbol
crece junto a la fruta,
despacio, un pájaro.

En el pequeño
incendio de las rosas
arde la luna.

Tú duermes: eres
la música que cae
sobre sí misma.

Y el viento pone
dentro de la maleza
lobos vacíos.

Algo se mueve.
Donde acaba el jardín
empieza el gato.

lunes, 6 de julio de 2009

Horas serenas. Miguel de Unamuno.

Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida

el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso de sus penas más profundas.

domingo, 5 de julio de 2009

Fracaso. Leopoldo María Panero

Oh enigma inmundo
de la ceniza
secreto del alma negada por todos los rostros
con la saliva negando mi rostro
escupe sobre mi cara el secreto del tiempo.

sábado, 4 de julio de 2009

Hora de clase todavía. Juan García Hortelano

Termina de una vez ese dictado
y vete al recreo,
busca, mientras vas
suspendiendo, un balón
imperial o una muñeca
salaz y desinflable,
cuestión de no pensar
más allá de la valla
retórica, más acá
de la vaca platónica
(o ¿sería una caverna?),
y permanece y salta,
mientras el timbre suena,
en el exacto centro
del pensamiento vegetal,
umbrío,
feroz y miserable
pensamiento de alumno
aventajado, que vuelve
del recreo y en el aula
no pupitres: ataúdes se encuentra.

viernes, 3 de julio de 2009

Nada es lo mismo. Ángel González

La lágrima fue dicha...
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído fruto,
por el fracaso de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?

No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
Nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas
para la nueva historia
y es preciso encontrarlas
antes de que sea tarde.

jueves, 2 de julio de 2009

Las anchas tardes. José Antonio Muñoz Rojas

¡Qué anchas eran las tardes! Se perdía uno en ellas. Estaba el cielo alto sobre el patio, o el jardín, la tarde, como el mar en los mapas, llenándolo todo de azul, y nosotros como barquillos en el mar. No sabíamos dónde ir, ni en qué quedarnos, ni para qué. Subíamos a los corredores o bajábamos al jardín y nos quedábamos junto a la fuente, metíamos la mano en su agua, oíamos los gorriones, quizá cruzaba un palomo, o caía una campanada. Por la calle, nadie. Porque los que pasaban a diario acababan por no ser nadie, ser un poco más de aquel silencio, tan grave, de la tarde.

Y uno andaba vacío, de acá para allá, sin tener dónde asirse, vanamente: de acá para allá, esperando con vaguedad la llegada de algo sobre la tarde, tan ancha, tan serena e impenetrable.