Termina de una vez ese dictado
y vete al recreo,
busca, mientras vas
suspendiendo, un balón
imperial o una muñeca
salaz y desinflable,
cuestión de no pensar
más allá de la valla
retórica, más acá
de la vaca platónica
(o ¿sería una caverna?),
y permanece y salta,
mientras el timbre suena,
en el exacto centro
del pensamiento vegetal,
umbrío,
feroz y miserable
pensamiento de alumno
aventajado, que vuelve
del recreo y en el aula
no pupitres: ataúdes se encuentra.
'El arte de la fuga según Mr. Nooteboom'
Hace 4 años
i don't like mondays, dice
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