jueves, 25 de diciembre de 2008

A medio andar

Ante el tiempo implacable que forjó mis destinos,
prestamista ´usurero de perdones o gracias,
ante todos los hombres que conmigo corrieron
me declaro vencido.

Hoy he alcanzado a un tiempo la miseria y la luz.
Tantos años corriendo sin descanso ni tregua
para acabar sabiendo sin engaño posible
que no iba a ningún sitio.

Empecé siendo niño: me pusieron la meta
y la asumí sin darme ni tiempo de pensar;
luego seguí, alocado, la jornada a destajo
Y devoraba polvo. Y devoraba sal.

Aquí llegué. Minutos, siglos, segundos: nada.
La cinta de salida, la cinta de llegada...,
eran la misma cinta. Siempre caminé en círculo.
Me declaro vencido. Digo
que he descubierto el pulso de mis entrañas todas
en el preciso, exacto momento en que paraba
el reloj su centésima.
Terrible paradoja que ahora deba sentarme
a descansar.

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