viernes, 30 de octubre de 2009

Dos poemas. Vanessa Pérez Sauquillo

Te llamo mientras oyes
el brillante gritar de los vencejos.
Acaso no me escuchas,
pulpa de parpadeo,
amado escrutador.
No me queda sino seguir llamándote
con el grito de todo lo que hierve,
el que hace rama de palabras,
el que abre fruto
de mi soledad, mi raíz,
hilo al viento en un prado
donde aún
no ha aprendido a posarse.


Tú miras los vencejos.
Yo también sé gritarte. Poco a poco
se me cubre de brillo el corazón.


* * *


La tarde se ha cubierto,
oscura hoja de lluvia
a punto de caer.
La primavera acecha
en la membrana estremecida
de la primera gota.
Me haces bailar colgada de una hebra,
baila, baila en la palma de tu mano
mi piel. Piel de cristal curtido, humedad
que en un pétalo ha cuajado.


Sólo sé que me llevas
del último cabello,
desde la capital de los latidos,
desde un balcón me llevas
hacia donde otro árbol
se nos vuelca de nombres ignorados
y de flores.
Tu brazo cae en mí.
No hay pájaro de pluma semejante
que haga pesar tan poco al corazón.
No hay voz que dé cabida a esa palabra
que empaña la ventana.
La tarde se ha cubierto
precipicios abajo y ya de mí
sólo se ve tu gesto, sólo queda
mi pálpito extendido en el aire
que sin querer levantas.


Cierra los ojos, oye
cómo por fin florece la tormenta.

6 comentarios:

  1. la tormenta florece en el cristal curtido mientras el corazón se ha cubierto de pétalos de lluvia

    un beso

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  2. Cristal curtido...hummm, esto, es lo que menos claro veo, cómo se curte un cristal, a este paso acabamos todos con lo de Craso...
    Bs.

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  3. Vanesa es buenísima... como poeta.

    Un abrazo.

    Gio.

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  4. Lo es. Y como traductora. En persona no la he tratado, pero segurp que también.

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